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“Tú no enseñas teatro, tú enseñas Eneagrama”

Con esta frase, el Eneagrama aterrizó en mi vida de improviso el verano del año 2.003

Pedro-Espadas

Pedro Espadas 

Yo acababa de impartir un taller para ayudar a un grupo de personas, a través del juego y las improvisaciones teatrales, a liberarse de algunos juicios internos que les impedían expresarse con mayor libertad. Era algo que yo me estaba trabajando para ampliar mis zonas expresivas y entrar en la piel de algunos personajes que se me resistían: los tristes, los que sufrían, los perdedores…


Descubrí que había un personaje del que debía desprenderme para lograrlo: el que interpretaba en la vida para que me aceptaran y me quisieran, ése que más tarde descubrí que se llamaba personalidad, ego o eneatipo, y que se sustentaba en un montón de juicios sobre mí mismo.

El problema es que no tenía permiso para salirme de su guión y un millón de miedos inconscientes se apoderaban de mí en cuanto que osaba cambiar una línea de su diálogo. Sólo jugando, separándome de mí e improvisando otra personalidad podía aventurarme en esos comportamientos y poco a poco me di cuenta de que era capaz de apropiarme temporalmente de pequeñas nuevas parcelas.

Habiendo llegado por mi cuenta y riesgo a estas conclusiones, ni imaginaba las puertas que se me abrían cuando Concha Moreno, mi Concha, me invitó a uno de sus talleres de Eneagrama para explicarme lo que quería decir con aquella frase. 

Allí encontré el entendimiento de eso que yo andaba observando en el teatro del mundo… y mucho más. El Eneagrama me habló de mis miedos y de mis cualidades, iluminó muchos de mis comportamientos, explicó cómo funcionaba en mis relaciones, en el trabajo, cómo me veían los demás,… Así hasta que sin darme cuenta se convirtió en mi lenguaje para leer la vida. Un modo que me traía serenidad, aceptación y confianza.

Como empezaba a saber algo de Eneagrama y sabía inglés, Victoria Cadarso me pidió que le ayudara a traducir los talleres que Russ Hudson iba a dar por primera vez en España. Escuchar hablar a Russ y pensar: “yo quiero saber todo lo que sabe este tío” fue instantáneo, con lo que en cuanto pude, me embarqué en el Programa de formación profesional del Enneagram Institute que se convirtió en el eje central de mi aprendizaje.

Después de Concha, Russ y Don, he tenido la suerte de aprender de muchos otros grandes maestros: Claudio Naranjo, Helen Palmer, David Daniels, A. H. Almaas, Sandra Maitri,… Me he acercado al trabajo del Cuarto Camino, al Sufismo, a la Escuela de Árica,… E intento no perderme ninguna de las propuestas actuales como las de Andrea Isaacs, los Fauvre, Uranio Paes, Victoria Cadarso, Mario Sikora, Robert Holden, entre otros.

Esto enriquecido por el heterogéneo curriculum que mi eneatipo (7) me ha regalado: Icade, Alaia, Palmyra, Peter Pan, y todo lo que está por venir… es lo que comparto en mis cursos para hacer mi parte en el cambio que la Humanidad necesita.

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Más sobre mí

Nací en Córdoba y comencé a crecer en Peñarroya-Pueblonuevo. Del Terrible para ser más exacto y honrar al perro que según la leyenda descubrió el carbón cuya explotación dio origen a mi pueblo.


Mi primera vocación fue ser torero. No sé muy bien si por el traje de luces y el paseíllo o por jugar con animales, que me apasionaban y me hacían adicto a los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente. Inspirado por él, quise ser también veterinario. Luego astronauta, inspirado por “La guerra de las galaxias”. Y como nunca fui muy valiente, no me atreví a ser superhéroe, aunque soñaba con enfrentarme al mal y vencerlo como los niños de “It” de Stephen King.

Realmente no sé cuándo decidí que quería ser actor. Pero al dejar el instituto lo tenía tan claro como mi padre lo Pedro Espadas - Sobre miestaba de lo contrario y tuve que negociar: me matriculaba en una carrera que le gustaba pero me iba a Madrid.

Yo era muy inocente y pensaba que Almodóvar me descubriría en el metro, porque a mí el talento… se me notaba a la legua.

 

Y así, a base de mucho montar en metro, acabé siendo licenciado en Derecho y en Ciencias Empresariales por la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE-E3) por descubrir. Como lo que más me divirtió fue el marketing y la publicidad, fue una fortuna comenzar mi vida profesional en el Departamento Creativo de Bassat, Ogilvy & Mather. Allí y en las agencias siguientes trabajé para clientes tan conocidos como Ford, Telefónica, IBM, Santander, Burguer King... y para algunos tan curiosos como la última campaña para el Real Madrid de Ramón Mendoza, la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid o la organización religiosa Power for Living. 


Visto que la publicidad no era antídoto suficiente para el veneno del teatro, me matriculé en la escuela de Cristina Rota. Tras ellos vinieron muchos maestros y muchas experiencias increíbles. La más fascinante, haber coordinado y protagonizado el primer musical en castellano representado en el West End londinense: Peter Pan en el Garrick Theatre, y ofrecido simultáneamente un espectáculo de cabaret bilingüe en el Cellar Door Club, “All about my truth” con dirección musical de Cindy Izzillo.

 

En mitad de todo esto, entré en la mano del desarrollo personal de la mano de Daniel Chumillas, con el que me embarqué en sacar de los números rojos (ves papá, la carrera sirvió de algo) a la ya desaparecida Librería Alaia. Allí descubrí el Reiki, el Tarot, el Eneagrama…

El Reiki me abrió las puertas al mundo de la energía y me brindó una nueva lectura de la realidad. Convertirme en maestro y abrírselas a otros es una de mis mayores satisfacciones.

Todo este trayecto me llevó hasta Palmyra, el sello editorial de La Esfera de los Libros que junto a Daniel creé y dirigí durante sus primeros años, responsable de la difusión en nuestro país del "nuevo paradigma" con títulos como: "¡¿Y tú qué sabes?!", "Desarrolla tu cerebro" o "La biología de la creencia".

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